La información que manejamos ciudadanos y ciudadanas es a veces tan
limitada que omite aspectos básicos del mecanismo político y económico
actual. Mientras que la globalización ha dado pasos de gigante en el
terreno del comercio y las finanzas, la inmensa mayoría nos hemos
mantenido al margen viviendo en una burbuja hasta que ha explotado la
crisis. Podríamos haber tomado el mismo tren que los grandes mandatarios
públicos y privados, y haber dado pasos de gigante en lo respectivo a
la libre circulación de la cultura, la justicia, la paz y la
solidaridad. Pero en su lugar, nos hemos refugiado en la ignorancia de
confundir comodidad con felicidad.
Así
es como hemos dejado importantes cuestiones de necesaria resolución
colectiva en manos de individuos que, en demasiados casos, han decidido
guiados por nuestro egoísmo y avaricia. Nuestro individualismo crece
para mirar a otro lado cuando vemos sufrir a alguien, para pensar que
trabajar por los demás nos perjudica, para creer que colaborar
altruistamente en un colectivo no es rentable porque no genera beneficio
económico.
Sin embargo, el hecho de votar en unas elecciones sí
que se trata de un ejercicio colectivo, de hecho, un colectivo de los
más numerosos de los que podemos formar parte en nuestra vida. Este
domingo elegimos representantes políticos locales, algunos regionales y
el año que viene elegiremos entre todos a nuestros representantes
políticos a nivel nacional.
Lástima que más de uno haya hecho
méritos para perder nuestra confianza en ellos para siempre, pues los
flagrantes casos de corrupción y el descuido de los deseos y necesidades
de la ciudadanía no merecen otra cosa que juicio y condena con todas
las de la ley.
Por suerte, las elecciones locales hablan más de
personas con nombres y apellidos que de partidos de un color u otro, y
es más fácil saber cuáles son las virtudes y los defectos de cada cual.
Tan solo sería de agradecer que los candidatos mantuvieran un contacto
cercano con sus representados de manera más continuada también durante
el mandato y no solo en el último mes antes de las elecciones. Las redes
sociales de Internet facilitarán mucho este acercamiento.
Aun
así, a pesar de haber escuchado con más o menos atención las propuestas
de cada partido y de haber analizado parecidos y diferencias, muchas
personas no se sienten identificadas con ninguno y deciden hacer
cualquier cosa menos depositar su confianza en alguno de los candidatos
que se presentan.
Bien, la información que sigue es para todas
aquellas personas que hayan pensado no ir a votar, votar en blanco o
votar nulo este domingo. En el caso de Montilla, las pasadas elecciones
de mayo de 2007 sumaban 6.072 los ciudadanos y ciudadanas que escogieron
alguna de estas tres opciones, más del 30 por ciento de los posibles
votantes.
Se contarán como abstenciones los casos de votantes
que no pasen por las urnas para ejercitar su derecho al voto, como votos
nulos los que contengan alguna tachadura o comentario sobre el papel o
papeleta que hayan usado para votar, y como votos en blanco los que no
introduzcan ninguna papeleta en el sobre.
En los dos primeros
casos, ninguno obtiene representación política, ni el que se abstiene ni
el que tacha o escribe sobre la papeleta. Por muy elevada que sea la
cifra de abstenciones, la Ley Electoral no fija un mínimo de votos para
formar gobierno, así que siempre habrá un grupo político elegido por
otros para gobernar a quienes se abstienen. Porque quien gobierna,
gobierna para todos.
Y por muy ingeniosos que sean los
comentarios vertidos en los votos nulos, jamás irán más allá de quienes
abren cientos de sobres ese día. Yo recomiendo usar medios de
comunicación más oportunos para hacer llegar a los políticos nuestras
quejas y sugerencias, como el diálogo hablado o escrito, en persona o a
través de Internet.
El voto en blanco se ha explicado a veces
como el voto de quien cree en la democracia pero no se siente
identificado con ningún candidato. Se ha llegado a pensar que quien vota
en blanco apoya por igual a todos los candidatos, o que no beneficia a
ninguno en particular. Pero no es así.
Este tipo de voto, a
diferencia del nulo y la abstención, cuenta y se suma porcentualmente al
recuento de todos los grupos políticos que obtienen representación.
Así, al partido más votado se le suman más votos en blanco que al menos
votado. Quien vota en blanco está reforzando la victoria del candidato
más votado, está depositando su confianza en todos los que obtienen
representación, pero no por igual. Está confiando más en quien ha
obtenido más votos, sea quien sea. Por tanto, no sabrá a quien ha
favorecido hasta finalizar el recuento.
Dicho esto, se entiende
que ninguna de estas tres opciones sirve para tomar una decisión
plenamente consciente en unas elecciones. Lo más recomendable para quien
no se ha decidido todavía sería examinar punto por punto las propuestas
de cada partido, escoger el que más se ajuste a sus intereses, y no
perder el contacto con éste durante el mandato tanto para verificar,
gracias a la transparencia, que cumple con lo que nos prometió, como
para que se alimente constantemente, por cercanía con la ciudadanía, de
nuestra participación.
Es necesario que el gobierno de nuestro
pueblo, nuestra comunidad, nuestro país y el de la comunidad
internacional nos interese tanto como el de nuestra propia casa. Porque
en el mundo globalizado actual, lo queramos o no, convivimos tanto con
el fabricante de electrodomésticos como con el consumidor de aceite que
están a miles de kilómetros de nuestra ciudad, como con el pequeño
comerciante de nuestro barrio y el profesor que educa a nuestros hijos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario