A menudo te has puesto en el lugar de otra persona, conocida
o no, o incluso en el lugar de un animal doméstico o salvaje pero, ¿has probado
alguna vez a ponerte en el lugar de una nube, una gota de agua o una caña de ribera?
Parece que te encierras en tu complejo de mártir, como si no
encontraras manera más humana de ser divina, que aguantando el dolor físico y
moral de tu corona de espinas, o rezando rosarios mientras observas cómo se
marchita tu flor.
Pues no te abandones a la tristeza como si ya lo hubieras
visto todo y nada tuviera sentido en este mundo. No pienses que no hay más que
lo que ya has experimentado. Date permiso para ponerte en el lugar de esos
seres inanimados de los que también formas parte. Encuentra al Ser en todo lo
que es, no sólo en lo que eres.
Prueba a surcar ríos, ponte a su altura, observa la arcilla
que se forma en la orilla, las cañas que crecen en ella, el laurel reflejado en
una gota de agua, el pequeño halcón que revolotea sobre las praderas o la nube
que flota a merced del viento como una cometa sin hilos. Y prueba también a luchar
por ellos. No dejes que el hombre persista en su error de pensar que hay felicidad
si no hay verdadera entrega.
Y si te pones en el lugar del artista que se regala por
entero, y si consigues sentirte libre como un barquito liberado a la corriente,
y si restallas el látigo a la modorra, antes de que la tristeza te detenga para
siempre en la suela de un zapato que no camina o en la letra de un abecedario
que no habla, verás que el mundo gira más.
Por eso, por todo eso que acabamos de decir, no estés
triste. No estés triste porque hay mil y una formas de crecer en dignidad, de acercarse
a la verdad y vivir en libertad. No estés triste, amor, no estés triste.
Es precioso Miguel Ángel, gracias por poner sonrisas a esta mañana :)
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